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Las mujeres y la maduritud

Una sociedad competitiva como la nuestra, sobrevalora la juventud en menoscabo de otras edades, y su estilo educativo no enseña a aceptar los cambios evolutivos desde lo positivo.

Susan Sontag nos dice que vivimos en una sociedad en negación sobre el envejecimiento, negación alimentada por una obsesión con imagen y estilo, con juventud y belleza física, y la ilusión de que se puede seguir haciendo cosas para mantener a raya el envejecimiento, esto hace ver a la menopausia como una amenaza, conduciendo a la mujer a tratar de evitarla, volviéndola invisible.

Nuestra cultura propone el ideal de una forzada juventud. Manejar el período de la menopausia no es fácil. La publicidad, los modelos, los roles asociados nos hacen ver a la mujer igual a vieja y al hombre igual a interesante. A pesar de que la sociedad está cambiando, este concepto va a ser difícil cambiarlo.

La “maduritud”

Desde hace algunos años se viene utilizando la palabra “maduritud” para describir la etapa de la vida de las mujeres comprendida entre los 40 y los 60 años, en la que comienzan a sentir cambios en su cuerpo, pero que a su vez se sienten llenas de vitalidad y energía, madurez y juventud.

Esta palabra contiene lo que la menopausia nos muestra, un periodo de la vida en la que nos sentimos dinámicas y con energía, pero también con la vasta experiencia de los años vividos.

Un estudio realizado por la empresa Kimberly Clark nos muestra que la mujer madura siente mucha energía y ganas de cosas nuevas. En este estudio, se pudo ver que la “maduritud” rescata lo mejor de la madurez emocional de las mujeres, con la juventud que no han perdido.

¿Cómo son las mujeres que transitan la “maduritud”?

Las mujeres que viven la “maduritud” a pleno insisten en que no se les debe reconocer solo porque se sientan jóvenes; sino porque celebran el equilibrio y la experiencia que hoy enriquecen sus vidas y les dan la capacidad de enfrentar dificultades con serenidad y entereza.

Cada vez son más las mujeres que "no se quedan", movilizan a sus pares, impulsan proyectos propios o colectivos, generan cambios en su entorno, socializan mucho más que la generación de sus madres, y se sienten cómodas balanceando sus múltiples roles.

Se debe tomar a la “maduritud” como una oportunidad, es el tiempo de decir Ahora me toca a mí; es el tiempo del autocuidado y crecimiento personal, entender que es un tiempo lleno de energía, libertad de movimientos, los hijos han crecido, y el nido vacío se llenó de proyectos nuevos, viajes, nietos, actividades laborales.